Un soldado, excombatiente, haciéndole la venia a un payaso, personas de la comunidad LGBT+ desfilando por el paseo costanero, un grupo de danzas bailando el pericón, un niño vestido de león, es un león, otro con la máscara de Batman. No es una mirada caleidoscópica, porque esas imágenes no desaparecen ni se cambian por otra al instante, sino por el contrario, permanecen y cada una tiene una identidad bien definida.
A lo largo de todo el predio del Parque Intercultural 2 de Febrero, de 14 hectáreas, solamente la Bienal Internacional de Escultura puede abrigar a tanta gente y no es casualidad que se de en el Chaco, en el Chacú, como se le decía antes, palabra del quechua que significa, Junta de Naciones. Por esto también, los escultores, provenientes de grandes ciudades o pequeños pueblos, todos son bienvenidos a participar de este gran espectáculo cultural.
Un amigo comenta que escuchó a otro decirle que la palabra persona significa “máscara” y no está mal, no se vaya a asustar, lector, por las máscaras, por los disfraces, por las identidades, por lo que se ve o se muestra. Una colega propone que en realidad la gente viene y se viste con lo que mejor tiene, para pasear, para verse, para que la vean y tampoco está equivocada.
El gran poeta del Líbano, Khalil Gibran, en su libro El Loco, dice con un poco de magia, poesía, pero también con la voz de profeta que tuvo. “Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser”.