Los escultores comenzaron el primer día de trabajo con un clima un tanto contrario, porque el cielo estaba nublado, con llovizna y hasta hubo mucho viento, pero lejos de ser un impedimento, se los vio entretenidos, contentos y más que nada concentrados en sus obras, moldeando los pesados bloques de mármol travertino que les fueron destinados. El visitante puede oír el inconfundible sonido chirriante de las amoladoras que buscan cortar y sacar los primeros trozos para comenzar a darle el sentido a sus trabajos.
En el área de competencia en que se encuentran los 10 competidores, (denominado recientemente Fabriciano) desde temprano comenzaron a trabajar con arduas y pesadas herramientas, a la vista de los primeros espectadores que no escatimaron en sacar cámaras de fotos y celulares para captar las primeras imágenes. De hecho, se pudo apreciar un montacargas dentro del predio, que se utiliza para ubicar al mármol como los artistas quieren y que será utilizado constantemente a lo largo de los primeros días.
El argentino Juan Pablo Marturano, se acerca a dialogar, se saca la mascarilla que usa para que el polvillo sea un tanto menos molesto y explica qué está realizando en su primer día. “En mi caso particular voy a usar un rotopercutor para partir el bloque en dos trozos y después uso mucho las amoladoras de disco grande, que generalmente se usan para el desgaste grueso. En la medida en que uno se va aproximando más a la forma definitiva uno sigue con máquinas más pequeñas”.
Su obra se llama Más Allá de las Nubes, y aunque pareciera imposible, busca moldear el mármol en figuras netamente fugaces para inmortalizarlas en una obra de arte. Sin embargo, este trabajo se realiza con un boceto previo, estudiando bien las formas, pero incluso tiene un secreto más, ya que lo que busca es “todo aquello que está más allá de las nubes”. Como el arte mismo, todo lo que no se ve, o bien lo que se interpreta más allá de las formas.
Hay otro artista que está trabajando con una figura que está en los cielos. El mejicano David Bucio, a quien se lo ve fumando, analizando viendo de un lado a otro, el bloque pesado de mármol que tiene frente a él. Se acerca como quien comenta un secreto, porque el clima cambió bastante entre la tarde del viernes y la mañana del sábado 16 de julio. El frío, las nubes bajas y el viento no lo amilanan. “Esto lo hace más divertido todavía”, asegura y se ríe mientras le da una pitada a su cigarro.
Sin embargo, confiesa que, en esta primera etapa de trabajo, esto “es más que nada cerebro”, porque lo que tiene que encontrar son “soluciones”, buscar la forma de adaptar su proyecto, “al bloque que nos tocó, porque muchas veces, de tanto poro que trae el travertino tenemos que encontrar la forma de resolverlo, que se ajuste lo más posible al proyecto sin que lo afecte ni estética ni estructuralmente”.
Más allá de esto, asegura que esto no hace que cambien las herramientas que se utilizarán para la obra, sino más bien “la forma en la que vamos a abordar el proyecto”.
“Con el tiempo que tenemos, calculo que todos planeamos terminar en aproximadamente cinco días para tener dos días de colchón” y ver en ese tiempo, algún arreglo o bien una posible modificación de último momento.
Con respecto a su obra en sí, llamada Equinoccio comenta que “lo que busco es una cuestión muy personal: es vincular la cultura de mi origen con la cultura que estoy visitando. En este caso, para mí el punto de conexión fue el sol, que para las culturas precolombinas mexicanas es súper importante y hoy en día es un ícono principal en la bandera argentina”.
El sol y las nubes, protagonistas de la primera jornada de trabajo en la Bienal Internacional de Esculturas, junto con el viento, porque se busca siempre ver más allá de las nubes, como lo dijo Marturano, mientras se espera que el astro sol haga su aparición en el cielo, buscado por todos, artistas y público en general, que comienzan a disfrutar de esta semana llena de arte, magia y espiritualidad.