De más está aclarar que este texto es imposible, porque Stendhal dejó este mundo hace bastante tiempo, pero sirve solamente para traer a la memoria una anécdota que se hizo conocida también hace tiempo atrás.
“Me llegue a ese nivel de emoción donde conocer las sensaciones celestiales por Artes y apasionados sentimientos. Saliendo de Santa Cruz, tenía un latido del corazón, la vida me había marchitado, caminé por temor a caer”, escribe, según algunos traductores, magistralmente el escritor francés en uno de sus grandes relatos, cuando se encontraba frente a la basílica de Santa Croce, en Florencia, Italia, luego de ser obnubilado por la belleza de las obras que tenía en frente suyo, allá por el siglo 19.
En 1979, la psiquiatra Graziella Magherini, se dedicó a estudiar a un grupo de turistas, provenientes de distintos lugares del mundo intentando ver qué efectos le producían tales belleza de esa Italia artística. Entonces tomó a un centenar de personas que, sorpresivamente, tuvieron un ataque similar a lo sufrido por el escritor. Todos pudieron describir que estaban atravesando por una situación similar, pero que les llevaba a un padecimiento que se parecía a un desfallecer o bien, a una sensación de malestar psicofísico capaz de ponerles en peligro su vida.
Magherini escribió en un libro: “La belleza y el arte son capaces de Estados profundos de la mente de la audiencia y traer de vuelta a flote situaciones y estructuras que normalmente se eliminan”. Si bien en los libros oficiales no se inscribió como tal, dicho padecimiento psicofísico, se lo conoce comúnmente como Síndrome de Estendhal.
Entonces, en este texto imposible, pero a la vez imaginable en la cabeza, al menos de quien escribe, pregunto, ¿cómo se hubiese sentido el viejo Stendhal si visitara la tan mencionada ciudad que cuenta al aire libre con más de 600 esculturas? Si se pasease por el Domo, por el Parque 2 de Febrero, o bien por las calles mismas de Resistencia?