Mientras el sol caía y las nubes empezaban a cubrir el cielo, en lo que parecía iba ser un atardecer soleado, Oscar De Bueno, comenzaba su conversatorio: Escultura argentina del Siglo XX y XXI.
Embanderado de artistas como Sesustris Vitullo, Líbero Badií, Magda Frank, Noemí Gerstein, Alfredo Portillos, Hernán Ocampo, Juan Maffi, Juan Carlos Visconti, Raúl Fernández, Julián Agora, Oscar Saffora, Mimo Eidman, entre muchísimos otros, intentó con éxito recrear una pequeña historia entre cruces, pirámides, obeliscos, culturas ancestrales y homenajes que vinculan directa o indirectamente a la historia escultórica argentina o al Constructivismo Rioplatense.
En presencia de alumnos, educadores y profesionales del arte Oscar De Bueno logró con precisión abordar lo que él mismo llamó a “escultores y escultoras de ideales muy firmes”.
Posterior a la especie de catálogo que desplegó el profesor e investigador cerró el conversatorio con una cita que engloba toda su intención:
“…el arte ha servido —lo cual, desde luego, no significa que pueda ser reducido a ello—para construir lo que me atrevería a llamar una memoria de la especie, un sistema de representaciones que fija la conciencia (y el inconsciente) de los sujetos a una estructura de reconocimientos sociales, culturales, institucionales y por supuesto ideológicos. Que lo ata a una cadena de continuidades en la que los sujetos pueden descansar, seguros de encontrar su lugar en el mundo.”
Eduardo Gruner (El sitio de la mirada. Secretos de la imagen y silencios del arte).