La escultura de Nueva Zelanda Anna Korver es la segunda mujer junto a Solveiga Vasilveja que compite en la categoría internacional de la Bienal de Escultura de este año.
Korver participa por primera vez de esta competencia y considera “muy especial, con un sentimiento maravilloso”, a pesar de tener pocos días en la ciudad capital. Esto tanto en el trato con la gente, así como con sus compañeros de competencia. “Es un grupo fantástico de colegas”, resalta, indicando el predio en una tercera jornada de trabajo que tiene a cada uno exhortos y exhortas en dar forma a primeros recortes del metal. Como se la ve en la fotografía de cabeza con Vasiljeva y el rumano Bogdan Lefter, la camaradería es fundamental en el predio -algo que el mismo Fabriciano impulsaba- y ya lo destacaron otros escultores como el peruano Percy Zorrilla.
“Tiempo”, la obra de Korver, es parte de una serie que ya inició, aunque “el elemento de origami que incluye este proyecto fue pensado para acá”, comenta. Es decir, “es una pieza específica de una serie anterior”.
La obra va dándose lugar en lo que la artista describe como esta “contraposición de materiales” entre la ligera del papel origami y la dureza del metal. “Es esa relación entre el sentimiento de cuando sos niño y querés que sea divertido”.
EL DULCE DE LECHE
Korver bromea en relación a lo que rescata de la sociedad argentina y dice que desayuna dulce de leche; se llevará para su país varios frascos. Para la artista que ha ido a más de 80 simposios a cielo abierto en diferentes lugares del mundo “la gente de acá todo es muy vivo, hay personas bailando, cantando”.
La artista ya aprendió desde antes español y, cuenta, “está despertando lo aprendido”. “En una semana espero desarrollar más”, expresa sonriente.