Bien seguido de Maria del Carmen Magaz, y como si fuera una continuidad teórica, Juan Carlos Visconti presentó su conversatorio “El David de Miguel Angel, desde Florencia a Resistencia” en el Espacio Sinergia, lugar donde convergen diferentes voces autorizadas de la teoría artística y escultórica.
Espacio que hizo buen uso ya que logró abordar aquel arduo y sinuoso camino que recorrió ese primer calco del David de Miguel Angel que le fue entregado a la República Argentina en 1910, con motivo de su aniversario centenario.
Sobre los calcos
Hay tres etapas en el calco: una que va desde el siglo XV hasta, aproximadamente, los años 1950-1960, que aparece la silicona, lo cual alivia y favorece la realización y, posteriormente, en la década del 90, con la aparición del escáner y la tecnología 3D se abre un mundo diferente.
El calco, históricamente, funcionó para el aprendizaje tanto de los escultores como del ciudadano común. Esto de poder ver en tridimensión una obra, saber cuánto es el volumen con respecto al espacio y demás, es fundamental. Desde la parte educativa la innovación es indispensable y por parte de la conservación también. Hay un montón de obras que, por vandalismo o circunstancias de otro orden, son continuamente deterioradas y una manera de conservarlas es, resguardarlas en un museo y suplantarlo por un calco, que es la técnica común aplicada en el presente.
El primer calco del David a la Argentina
El David después de su llegada al país estuvo expuesto en espacios que tenían la suficiente altura para contenerlo, como el Teatro San Martín y también -unos cuantos años- en una escuela técnica que es llamada Manuel Belgrano. Ahí es donde la pieza sufrió algunos daños severos porque los alumnos se subían arriba del calco y lo intervenían. La misma quedó escrita más o menos hasta la pelvis, que era la altura que los chicos lograban alcanzar. Posterior a esto, luego de los años que estuvo expuesta a la semi-intemperie, la superficie se vió perjudicada, por ende, la reconstrucción fue más complicada aún.
En el año 1960 el calco del David en partes (fraccionado) fue a parar al Museo de la Cárcova. El mismo se mantuvo así hasta finales de los 1970, cuando un equipo de escultores y artistas del museo decidieron rearmarlo. Más precisamente en el año 1981 se concretó el rearmado del David en la ciudad de Buenos Aires, Visconti nos detalla su labor en el armado.
Sobre su rearmado
En 1981 formé parte del equipo de rearmado del David. En ese momento, en la Cárcova había una restauradora y uno de los objetivos era precisamente el armado del David, que había estado durante muchos años debajo de una casilla un tanto precaria, debajo de una de las tipas que hay en la escuela. Había un equipo que estaba formado por ella, el maestro del taller Rodríguez, que era escultor, y fueron ellos quienes comenzaron la tarea. Luego me convocaron, hacía unos pocos años había egresado de la Escuela Superior. Con ellos se hizo todo el resto del trabajo, yo ayudé a terminar de armarlo, patinarlo y encajar las piezas. estaba armado de los pies hasta la pelvis nada más. Desencajados quedaban los brazos, el torso y la cabeza de entre cinco piezas que había que reunir. Torso y cabeza eran huecos, y de un espesor considerable, imagínense que la figura es grande y encastraban todos perfectamente.
Todo se manejaba por una ventanita que hay en la espalda de la pieza, llamada tassel. Por ahí se manipulaba y se estiraba con un tensor y un cable -del ancho de un cable de ascensor-. Teniendo en cuenta que el torso estaba digamos en la espalda, tres cuartos del cuerpo arriba, por ahí uno introducía la mano y empezaba a maniobrar y a manipular logrando tensar lo suficiente el cable y encajando todas las partes con presión.