Carlos Monge: Me gusta que a mis esculturas las cuide la gente

El escultor Carlos Monge, de México, es uno de los tantos escultores invitados en la Bienal Internacional de Escultura. Su participación data de años, al igual que la amistad que pudo forjar, como se forjan las obras, con Fabriciano.

De hecho, es la cuarta vez que viene a ser parte de este gran evento cultural, del cual dice, no hay otro en el mundo. “Lo único que puedo decir es que cada vez es mucho mejor”.

Asegura que con el correr de las bienales, “fui impresionado”, de ver cómo Fabriciano y el equipo de la Fundación “han logrado esto que me fascina: que la escultura sea parte del pueblo del Chaco, de Resistencia”.

“Esto es un festival cultural impresionante y cada vez que vengo es más y más y no paran”.

“Hace 32 años, cuando estábamos en la plaza principal, (la 25 de Mayo) un chamaquito de unos cinco años, se me acercó y me dijo ´¿Tú eres figurativo o abstracto?´ ¡Madre mía!” fue su expresión al ver a un niño tan pequeño hacer un comentario tan profundo.

“He estado en 140 simposios y en más de 30 países, donde observé mucho vandalismo pero aquí no hay ninguna escultura rota. La fundación logró hacer suyas las esculturas, el pueblo las siente suyas. Son de ellos y esa era la idea de Fabri”, sentenció.

Monge se pone serio, pero a la vez satisfecho cuando afirma lo siguiente: “A mí me gusta que las obras mías las vea la gente y las cuide: es una maravilla”, porque esa relación “es un fenómeno que se logró en la Bienal”.

Con Fabricio se conocieron en un simposio en Canadá y desde ahí que “seguimos”.  Viajaron muchas veces. Recuerdo de algunos de ellos es su paso por Francia. En Paris, tuvieron una parada obligatoria: El Museo de Rodin. Debieron parar para “rendirle pleitesía al gran maestro”.

“Tuve una relación orgullosamente estrecha con él” finaliza.