Bienal del Chaco | Prensa Bienal Internacional de Escultura
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Pasado el mediodía se plantó un olivo en el parque de las Esculturas, lindante a la entrada al paseo. La ocasión la propició Pepe Soriano, invitado por la Bienal de Esculturas para subir a escena la obra “El loro calabrés”, este martes a las 21, en el complejo cultural Guido Miranda.
Hace dos años, Soriano recorrió 23 mil kilómetros de rutas argentinas, con esta obra que es un emblema del teatro argentino, escrita, dirigida y actuada por el propio Soriano y cuya permanencia y vigencia la ha convertido en un clásico.
Soriano tiene el perfil del hombre generoso, del perseguidor de bellos valores, del idealista que confía en la hermandad, en la evolución humana.
Su recuerdo del Chaco lo llevó a aquella vez de gira –hace muchos años-. Fue en Charata, “Me acuerdo tan bien, una señora gorda me regaló una palmerita; hoy vengo yo a plantar un olivo…”
La reflexión de esa suerte de devolución que se produce en la vida, de recibir y dar, definió la estatura del consagrado actor.
También hizo referencia al tiempo y su esperanza que algún día, ”cuando ya no esté, persitiré en este árbol que dará sombra a algún animal, alguna persona”.
Soriano propulsó que en la maravilla de las diferencias, de la diversidad, el país debe ser una unión. “Yo antes que actor, antes que cualquier cosa, soy argentino, orgulloso de ser argentino”.
El mediodía era amable, el lugar alejado del tumulto y con viso de jardín daba una inmensa paz. Cada vez que estoy en un lugar, planto un olivo. “Elegí el olivo porque es la ramita que lleva la paloma en la boca como símbolo de paz” dijo, e invitó a los presentes –entre ellos los escultores del mundo- a la plantación del ejemplar.
Tras bambalinas cuentan que apenas se presentaron, Fabriciano y Soriano desencadenaron un huracán de ideas y proyectos que se formalizó con la plantación del olivo.
Este martes, en la Bienal, el teatro y el arte escultórico tuvieron su mañana de paz y de abrazo.
